jueves, noviembre 25, 2004

Relatos - La pasarela

- Evidentemente, te encuentras ante una pasarela – dijo Gabriel.
- ¿una que? – preguntó Jaime
- Una pasarela – repitió Gabriel mirándole a los ojos. Tas una pausa agregó – Por nuestro camino muchas veces nos encontramos con precipicios: el camino se corta bruscamente por una zanja muy honda y continúa en el otro lado de la zanja. Algunas veces podemos seguir el camino sin problemas porque son fáciles de saltar al otro lado y continuar; otras podemos seguir porque tienen una pasarela (un puente) que nos permite pasar al otro lado y otras sencillamente son imposibles de pasar.
- Asi que yo me encuentro ante un precipicio que tiene una pasarela
- Exacto
- Pues no la veo
- El que no la veas, no quiere decir que no exista. – Gabriel se levantó y fue a por una cinta de vídeo, en ella ponía ‘Indiana Jones y la última cruzada’, la inserta en el vídeo y enciende la tele, rebobina un poco y congela la imagen cuando Indiana Jones está ente el precipicio – Precisamente veía yo ayer esta peli, Indiana Jones tiene que tener fe para cruzar, porque él no ve la pasarela, y no la ve porque su perspectiva no se lo permite, pero como ves – le da entonces play a la cinta – desde otra perspectiva, si se ve que hay una pasarela.
- ¿Quieres decir que yo tengo una perspectiva que no me deja ver la pasarela?
- Exacto. Todos tenemos una perspectiva determinada y podemos variarla con una cierta tolerancia. Lo complicado (supuestamente imposible) es tener una perspectiva infinita, que te permita ver los infinitos puntos de vista.
- ¿y entonces que hago? ¿intento cambiar mi perspectiva?
- Lo mejor que puedes hacer es intentar cambiar tu perspectiva y una vez veas la pasarela, entonces cruzar sin miedo. Sin embargo el cambio de perspectiva puede costarte mucho gasto de energía y mucho tiempo. A veces es mejor tener fe y cruzar a ciegas, además el premio está asegurado, porque una vez estés en el otro lado del precipicio la perspectiva que buscabas, la verás inmediatamente y habrás sufrido menos.
- Pero ¿cómo se que es un precipicio con pasarela y no un precipicio imposible de pasar y que por consiguiente no me voy a caer al vacío si intento cruzarlo?
- Esta es la pregunta del miedo y está bien que te la hagas, pero nunca dejes que el miedo sea la razón para desistir, el miedo sirve para que te hagas la pregunta, una vez hecha esta pregunta, prescinde totalmente del miedo para obtener la respuesta y obrar en consecuencia. Así no te equivocarás.
- ¿y como obtengo la respuesta sin miedo?
- Muy sencillo: ¡observa!, observa de la manera mas objetiva. Porque a lo mejor ves a alguien a quien tu conoces que ha podido cruzarlo, lo ves al otro lado... Deja que te diga algo: cualquier precipicio que pueda cruzar un hombre, lo puede entonces cruzar cualquier otro, es una garantía, nadie es mejor que nadie. Sin embargo hay dos cosas: primero que no todos tenemos la misma perspectiva con lo cual hay personas que ven una pasarela y hay otras que no. Para las que la ven les resulta muy fácil cruzarla y esto hace que los que no la ven se sientan frustrados. Nunca te frustres, es una pérdida de tiempo, porque la pasarela existe, la veas o no. Por otro lado al cruzar a ciegas hay que tener cuidado con el miedo, que inevitablemente volverá.
- ¿por qué hay que tener cuidado con el miedo? Si la pasarela está ahí no va a pasar nada ¿no?
- Sí puede pasar, hay pasarelas estrechas y las hay anchas. Esto quiere decir que las hay mas fáciles de pasar y las hay mas difíciles porque tienes que caminar con paso muy recto y firme, sin titubear, porque si no te puedes caer al vacío y el miedo hace que titubees. Por eso es importante para reducir el miedo la persona que está al otro lado que ha podido cruzar y que tiene la perspectiva que tu no ves. A esa persona la tienes que querer y ella a ti y tienes que confiar en ella, hay algunas personas (que te quieren de verdad y saben como hacerlo) que se toman la molestia de acompañarte y guiarte por la pasarela, pero tienes que confiar en esa persona y hacer todo lo que te diga y no es fácil porque tu vas totalmente ciego, pero si no confías cabe la posibilidad de que incluso os caigáis los dos al vacío. Tampoco debes caer en el error de acostumbrarte a que alguien te ayude siempre a pasar las pasarelas ciegas, porque el día que esa persona ya no pueda ayudarte – y seguro que llegará ese día – no sabrás cruzar precipicios, ni cambiar perspectivas, ni tener valor; te quedarás estancado y probablemente sufrirás, pide ayuda cuando la necesites, y no siempre que puedas.
- ¡todo esto es muy complicado! – dijo Jaime un tanto agobiado
- Si, y lo peor de todo, lo mas triste, es ver como un precipicio separa a dos personas que quieren estar juntas pero no ven sus respectivas pasarelas y no saben como cruzar, cuando la triste realidad es que unos metros de camino firme las separan.